El tercer domingo de adviento es conocido como el domingo de la alegría porque nos estamos acercando a una de las fiestas más importantes para nosotros: el nacimiento del Hijo de Dios. Esta cercanía de Dios que nos lo da todo en su Hijo querido tiene que hacernos vivir con alegría y esperanza. La alegría es la mejor manera de preparar la Navidad porque es fuente de ilusión, de afecto por los seres queridos, nos ayuda a vivir los valores del Evangelio, nos acerca a Dios y a los demás. De hecho, nosotros creemos en un Dios que es Amor y que, por tanto, también es el Dios de la alegría.
Homilía del 3º Domingo de Adviento.