Homilía del 3º Domingo de Cuaresma:
Demasiadas cosas superfluas ocupan nuestro tiempo, nuestra mente y, lo que es peor, nuestro corazón. La cuaresma es un ejercicio de liberación, de desprendimiento de aquellas cosas prescindibles para que podamos centrarnos en lo que realmente nos da paz, harmonía, plenitud, alegría interior… Es un tiempo fuerte de gracia que eleva nuestro espíritu y orienta nuestra mirada interior hacia lo que realmente importa: nuestra relación con Dios.