Hoy celebramos que María fue exenta del pecado original porqué había de ser la Madre del Salvador. No podía ser que el Hijo de Dios, el Santo entre los santos, tomara carne de una humanidad manchada por el pecado. Por esta razón María fue preservada de la culpa original en atención a los méritos de su Hijo, el cual estaba destinado a dar su vida por la salvación de todo el género humano. Por la fidelidad de María nos vino la salvación a todos. Por ella Dios entró en la historia humana y se hizo uno de nosotros. Por ella nos nació nuestro Redentor. ¡Cuánto debemos a María! Ella es Madre de Cristo y, por tanto, Madre de la Iglesia y Madre nuestra.
Homilía de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María