En la Eucaristía Dios mismo se nos da como alimento de Vida divina. Es el momento de la unión más perfecta entre el ser humano y Dios. El encuentro con el Hijo de Dios es el momento más sagrado que viviremos nunca en este mundo. El se abaja de manera misteriosa para unirse con nosotros en lo más íntimo de nuestro corazón y elevarnos hacia el Corazón de Dios Padre. La comunión eucarística es la común-unión del alma humana con la divinidad. La Eucaristía es fuente infinita de amor verdadero, de conocimiento divino, de fraternidad con toda la creación, de paz interior, de fortaleza y alegría en medio de las dificultades. Todas las Gracias manan de esta divina Fuente que es Dios mismo. Por ello hemos de preparar con finura espiritual este encuentro divino, hemos de limpiar nuestro corazón de toda suciedad, hemos de acrecentar el deseo y el amor de nuestro corazón por Cristo, hemos de vivir intensamente este momento, para que Jesús pueda entrar en nosotros y llenarnos de Vida eterna.

Homilía domingo, 18 de agosto de 2024