Nuestra vida es como una travesía que hacemos para llegar a la Casa del Padre. Esta travesía tiene sus exigencias y dificultades que podemos superar con el Alimento que nos da el Hijo de Dios. Él mismo se nos da como alimento, Él es el auténtico alimento de nuestra alma que viene a nosotros para fortalecernos y renovarnos interiormente, para que podamos amarnos como Él nos amó, para que podamos llegar a nuestra meta definitiva, la plenitud de la Vida y la felicidad para siempre.