Cuando escuchamos la Palabra de Dios y la ponemos en práctica, tiene el poder transformarnos. La Gracia divina actúa a través de la Palabra cuando es escuchada y vivida. Viene a ser como un canal del Espíritu que penetra en nosotros embelleciendo nuestra alma y haciéndola cada vez más divina. Vivir la Palabra es fuente de más fe, de más fortaleza, de más alegría, de más amor, de más paz interior, de más plenitud. La Palabra de Dios es Vida Eterna para todos aquellos que la escuchan y la ponen en práctica.

Homilía del domingo, 1 de septiembre de 2024.