En la vida del cristiano debe llegar el momento en que uno mismo haga opción por Cristo, no por lo que le hayan enseñado de pequeño, sino porque por sí mismo a llegado a experimentar que realmente Dios actúa en su vida. Cuando el cristiano comprueba en la propia vida que Cristo ha resucitado y está con él, que le infunde su paz, su fuerza y su amor, entonces a pasado de una fe infantil a una fe adulta, verdadero sostén de la vida del cristiano.

Homilía del Domingo, 25 de agosto d 2024.